Desde el pastoreo trashumante
por pisos ecológicos en las tierras altas (montañas, valles) hasta los
desplazamientos de grupos cazadores y recolectores en tierras bajas (bosques,
selvas, pampas, sabanas), los pueblos han sabido conjugar una amplia variedad
de estrategias reproductivas capaces de dimensionar un habitar basado en la
movilidad sobre un territorio controlado. A partir del aprovechamiento cíclico
de los recursos disponibles, diversas experiencias se consolidan como
mecanismos de apropiación y significación de los ámbitos geográficos. En
paralelo, las tecnologías de la información y las comunicaciones amplían las
dimensiones del espacio físico hacia un espectro relacional múltiple y
abstracto, en donde pluralidad de redes generan lazos de identidad,
manifestación, formas de organización y oportunidades de trabajo desde donde surge
la movilidad de un nuevo actor social: el nómada digital.
La movilidad desde el espacio geográfico hasta el
ciberespacio digital.
Las formas de abordaje al fenómeno del nomadismo han
cambiado a lo largo de la historia según la perspectiva y contextos de sus
observadores, pasando de ser una práctica tribal a una categoría conceptual de
análisis más amplia. Desde su demonización barbárica, hasta el estudio
antropológico de los pueblos pastoriles y cazadores, en nuestros días el
nomadismo se concibe como una práctica cercana que define modos de vida,
movimientos sociales, artísticos, laborales, migratorios, etc. Alguno de los
primeros aportes que llevaron al nomadismo del exotismo a lo cotidiano, fueron
las críticas de Pierre Clastres a la visión según la cual las sociedades
estatales o jerárquicas son más desarrolladas que las sociedades primitivas. Para
Clastres lo que dio lugar a las metrópolis, en realidad, no fue el paso del
nomadismo al sedentarismo, como se había sostenido hasta entonces, sino: “la
revolución política, esa aparición misteriosa, irreversible, mortal para las
sociedades primitivas que conocemos con el nombre de Estado” (Clastres 1978). Esta
visión de la sociedad, sin jerarquías ni poderes políticos centrales hará que
el concepto de “nomadismo” se desarrolle en un territorio absolutamente
nuevo: el territorio de la “resistencia”. Para Deleuze y Guattari una de las
tareas fundamentales del Estado es la de “estriar el espacio”, es
decir, marcar los límites del territorio y controlar las emigraciones, los
actos disidentes, las pequeñas rebeliones. Como fuerza contrapuesta y
antagónica irrumpe la máquina de guerra nómada, que se mueve sobre un espacio
abierto y liso (Deleuze, Guattari 2004).
Las armas de la máquina de guerra nómada se
resignifican desde el cazador-recolector hasta el cazador-digital.
Así como el nomadismo despliega sus maquinas de
resistencia hacia lo sedentario, el Estado se apropia de su poder de invención
a partir de un conjunto de dispositivos de servidumbre maquínica (técnica,
social, comunicativa, etc) y a la vez un conjunto de dispositivos de sujeción
social (roles, funciones, representaciones, etc). De esta manera, se amplían las
categorías de análisis del capitalismo contemporáneo pasando de ser un “modo de
producción” a un complejo sistema de control social. “Estamos bajo la servidumbre
a una máquina en tanto constituimos una pieza, uno de los elementos que le
permiten funcionar. Estamos sujetos a la máquina en tanto somos sus usuarios, en
la media en que somos los sujetos de acción de los que ella se sirve”
(Lazzarato 2008).
Las huellas del nomadismo son otras. El hombre empieza
a caminar con sus manos…
La movilidad del nómade
no es necesariamente física, sino una forma de plantarse frente a la realidad. De
esta manera, la vivienda del siglo XXI surge como una máquina para la
resistencia, desde donde sus usuarios se enfrentan a los dispositivos de
sujeción social en función de sus propias necesidades. Si bien las redes del
ciberespacio permiten acceder al trabajo desde un lugar abstracto (freelancers,
nómadas virtuales, etc), es el espacio físico el que permite generar el
sustento material para no depender de la asalarización (huertas, agricultura,
ganadería doméstica, etc). De esta manera la propuesta pretende complementar
ambos espacios: el abstracto y el físico. Se trata de “huir, pero mientras se
huye, buscar un arma” (Deleuze, Parnet 1980). El nómade se adueña de su territorio
para resistir negociando entre la subordinación y la resistencia a los modelos
del desarrollo.
01- Espacio central (estar, comer, huerta, etc) / 02- Estar
intimo (estudio, oficina, etc) / Dormitorio / 04- Servicios / 05- Cocina / 06- Capas
de conexión y configuración espacial / 07- Dispositivos ecosistémicos (huertos
orgánicos, bosque comestible, compost, tratamiento de aguas residuales, etc).
Para eso planteamos una
serie de unidades capaces de apropiarse del paisaje para valerse de sus
recursos. Como cajas dispuestas sobre un campo, estos dispositivos habitables se
amoldan a cualquier preexistencia y necesidad. Ya sea en torno a un patio o en
forma disgregada los módulos no pretenden innovar en su carácter funcional,
sino en la forma en que ellos se combinan para configurar espacios y formas
relacionales. Su complemento es con la tierra que ocupan y de la cual se valen.
Su vínculo es a través de capas. Un sistema de pieles plegables e impermeables
comunicaran las unidades.
Como pieles que se
despliegan en busca de un confort dinámico, se propone una nueva capa de
contención climática. Surge un sobre-techo como abarcador de espacios de
permanencia intermedios, en donde se desarrollaran las funciones comunes. El
mismo servirá como una superficie de recolección de agua de lluvia (cosecha de
agua), y contara con filtros para potabilización y tanque cisterna para su
almacenamiento. Sobre esta estructura, se aplicaran diversos dispositivos
tecnológicos sociales vinculados a las
necesidades de cada caso específico: paneles solares, colector solar, calefactor
solar, etc. El Modulo se incorpora a la
vivienda a modo de invernadero o podrá ser construido en forma independiente,
sirviendo como base para futuras unidades. Buscando enmarcar la definición
espacial en vez de determinarla, esta cubierta permeable a la luz del sol
favorecerá la ventilación y regulación térmica natural de los ambientes
logrando un escenario a mitad de camino entre interior y exterior. Algo así
como esos lugares bajo los árboles, remansos de tranquilidad y contemplación.
Imagen derecha: 01- estar / 02- cocinar / 03-
invernadero / 04- depósitos / 05- baños / 06- servicio ecosistémico (huertos
orgánicos, bosque comestible, compost, tratamiento de aguas residuales, etc).
Los principios de la unidad doméstica nomádica: casa apoyada, casa piel, casa
dinámica, casa soporte y casa biológica.
La casa del siglo XXI
surge como una máquina de resistencia nomádica para la práctica de economías
independientes. Algunos de sus enunciados podrían resumirse en:
1- Casa apoyada: sin
cimientos que la aten al suelo, en caso de necesidad la casa estará siempre
disponible para su traslado. Tampoco tendrá cañerías que la sometan a la
disponibilidad de los servicios. Se utilizarán baños secos y métodos de
reutilización de aguas grises. Su energía será abastecida a partir de sistemas
pasivos eólicos, hídricos o solares (según disponibilidades en relación a su
ubicación). Todo será reutilizable y nada despreciado, contribuyendo al funcionamiento
de la maquinaria autosuficiente.
2- Casa de pieles: la
arquitectura como sistema de pieles que envuelven el cuerpo humano en la
búsqueda de confort térmico y refugio.
3- Casa dinámica: capaz
de crecer en el tiempo absorbiendo y adaptándose a las dinámicas de la familia.
Su capacidad de expansión surge como una forma de apropiación, basada en las
posibilidades de sus usuarios.
4- Casa como soporte
tecnológico: la casa no está determinada espacialmente en función de sus
servicios (cocina, baños, etc). Los mismos se agregan o se sacan en función de
la necesidad nomádica requerida.
5- Casa como unidad
biológica: la casa cumplirá un eslabón más dentro del sistema ambiental en la
cual se inserta.
Las futuras
ampliaciones las realizara el usuario en función de lo que la vivencia cotidiana
le indique. Serán un vínculo con el paso del tiempo, la emoción de las
estaciones, la sucesión de las generaciones. El equilibrio y el respeto por la
porción de suelo ocupado. Las cajas colonizarán paisajes rurales o urbanos.
Cualquier lugar que disponga de tierra libre para recibir semillas.
Capacidad de crecimiento dinámico del sistema en
función de las necesidades del grupo.
Las ciudades, como
grandes centros de consumo, son funcionales a los intereses del capital
(división del trabajo, oferta-demanda, etc). Mientras que la capacidad de
autosubsistencia de los ámbitos rurales, les permite estructurarse bajo
sistemas económicos alternativos (reciprocidad, autoconsumo, trabajo
comunitario, etc). En una prima la reproducción del capital, mientras que en la
otra la reproducción social. Desde el campo a la ciudad, el nomadismo surge
como un movimiento de resistencia a las políticas homogeneizantes en la cual se
inscriben muchos los modelos del desarrollo y sus diseños urbanizantes. Sus
máquinas de guerra operan y se mueven exteriormente al aparato burocrático,
rompiendo con esos elementos de estandarización y codificación. Así surgen las
mingas, los ayllus, el trabajo comunitario, el buen vivir (suma qamaña o sumak
kausay), los proyectos cooperativos, las universidades campesinas, la
experiencia de la Escuela Ayllu de Warisata que siempre perdurara y toda forma
de organización alternativa capaz de manifestar la exigencia de una democracia directa,
no basada ya en la representatividad, sino en la auto-organización y
autogestión de nuestras vidas. La casa aparece dentro de este contexto, como un
refugio desde el cual alcanzar esta independencia.
Bibliografía:
_CLASTRES, Pierre
(1978): “La sociedad contra el Estado”. Monte Ávila Editores.
Caracas.
_DELEUZE, Gilles; Félix
Guattari (2004): “Tratado de nomadología: la máquina de guerra”. En: Mil
mesetas. Capitalismo y esquizofrenia. Editorial PRE-TEXTOS. Valencia,
España.
_DELEUZE, Gilles y
Claire Parnet (1980): “Diálogos”. Traducción: José Vázquez. Editorial
Pretextos. Valencia, España.
_FERNANDES, Bernardo
Mançano (2010): “Acerca de la tipología de los territorios”. En: Defensa
comunitaria del territorio en la zona central de México: enfoques teóricos y
análisis de experiencias. Coyoacan: Juan Pablos, p. 57-76.
_FRAMPTON, Kenneth
(1983): “Hacia un regionalismo Crítico: Seis puntos para una arquitectura de
resistencia”. En Perspecta: The Yale Architectural Journal 20.
_INGOLD, Tim (1990):
”Sociedad, naturaleza y el concepto de tecnología”. Archaeological Review from
Cambridge 9 (1): 5-17. Traducción: Andrés Laguens
_LAZZARATO, Maurizzio
(2008): “Postfacio”. En: “Mil máquinas. Breve filosofía de las máquinas como
movimiento social”. Gerald Rauning. Traducción de Marcelo Expósito. Editorial
Traficantes de Sueños. Madrid, España.
_RAUNING, Gerald
(2008): “Mil máquinas. Breve filosofía de las máquinas como movimiento social”.
Traducción de Marcelo Expósito. Editorial Traficantes de Sueños. Madrid,
España.
_RHEINGOLD, Howard
(2004): “Multitudes inteligentes. La próxima revolución social (Smart Mobs)”.
Traducción: Marta Pino Moreno. Editorial Gedisa. Barcelona, España.
Título:
Aspectos nomádicos de habitar contemporáneo: Habitando pieles.
Gestión:
idea finalista en el concurso “UNACASA Habitar Contemporánea”.
Proyecto:
XhARA (Joaquín Trillo)
Imágenes:
XhARA (www.xhara.com.ar)
Dibujos:
Silvia Quintana
Superficie:
50 m²
Año:
2015-2016
XhARA
infoxhara@gmail.com
Quebrada de
Humahuaca (Jujuy, Argentina)